Un majestuoso árbol gigante domina un paisaje sereno, con sus ramas adornadas con orbes colgantes y resplandecientes. Unas cascadas caen desde la base del árbol hasta un tranquilo estanque, donde se alza una figura solitaria bañada por una luz etérea. La escena está bañada por el cálido resplandor de un sol poniente, con planetas de otro mundo salpicando el cielo.